domingo, 16 de enero de 2011

POSTURA FETAL

Cuando tengas tiempo, simplemente colapsa en el silencio: colapsar, como si fueras un bebé
en el vientre de tu madre.

Siéntate de rodillas en el suelo y a continuación,
poco a poco, empezarás a sentir que quieres poner
la cabeza en el suelo; entonces ponla.

Adopta la postura fetal, en la que el niño
se queda enroscado en el vientre de su madre.

E inmediatamente sentirás que viene el silencio, el mismo silencio que estaba allí, en el útero materno.

Sentado en la cama,
métete debajo de la manta y acurrúcate.

Y quédate allí completamente quieto, sin hacer nada.

A veces vendrán algunos pensamientos:
déjalos pasar, sé indiferente,
no te preocupes en absoluto.

Si vienen, bien; si no vienen, también bien.

No luches, no los rechaces.

Si luchas te sentirás alterado.

Si los rechazas se harán persistentes;
si no los deseas, se negarán tercamente a irse.

Simplemente no les prestes atención;
déjalos allí, en la periferia,
como si fueran el ruido del tráfico.

Siéntete completamente indiferente a él;
no tiene que ver contigo, no es tu problema;
quizá sea el problema de otra persona,
pero no es el tuyo.

Y te llevarás una sorpresa:
habrá momentos en los que el ruido desaparecerá, desaparecerá completamente,
y te quedarás completamente solo.

En esa soledad completa, encontrarás un silencio.

La postura fetal,
como si estuvieras en el vientre de tu madre
y no hubiera mucho espacio para acurrucarse,
y hace frío, de modo que cúbrete con una manta.

Será un útero perfecto, cálido y oscuro,
y te sentirás muy, muy pequeño.

Te dará un profundo vislumbre de tu ser.
OSHO